TODO ESTÁ BIEN

1186132_10151546321831386_1472671137_nSi nos ponemos a pensar en el recorrido de nuestra vida, veremos con claridad que no somos la misma persona que hace diez años, que hace 20 o 30. ¡Hemos cambiado! tanto en la manera de pensar, en el aspecto físico, en gustos, en nuestras reacciones emocionales, etc, sin embargo, hay un hilo conductor que nos permite saber que aunque por fuera todo vaya cambiando, YO SIGO SIENDO LA MISMA, YO SIGO SIENDO EL MISMO. Esto es lo que en filosofía perenne se llama el “Espíritu”, o lo que en el Cristianismo se conoce como “Alma”, ese Núcleo de Identidad Personal que es el hilo conductor de nuestra vida y que no sabe de enfermedades o sufrimientos, siempre se encuentra bien, aunque no tengamos percepción de ello.
La doctora Lisa Randall, eminente física Neoyorkina, en su libro “Universos Ocultos” Nos explica de manera científica como el ser humano participa de otras dimensiones de las cuales no tiene percepción ordinaria, y que la realidad podría estar ocurriendo en unos “Universos Ocultos” que aunque no los “vemos” si participamos de ellos. Esta visión es novedosa en cuanto su demostración matemática, pero no lo es en la tradición filosófica, pues desde la filosofía Tomista hasta Leibnitz hay una línea de pensamiento que reconoce que el ser humano (y la realidad) es mucho más de lo que aparece ante nuestros limitados sentidos, es por ello que se atreven a decir que EL SER ES ESENCIALMENTE BUENO.
En la terapia familiar sistémica con constelaciones familiares, tenemos una visión optimista del ser humano y de los sistemas a los que pertenece, pues pensamos que todo ser humano está guiado por un hilo conductor sano, que cada familia –a pesar de lo desestructurada que nos pueda aparecer- tiene una inercia amorosa al equilibrio y a la armonía.
En constelaciones familiares, en el fondo no pretendemos modificar la realidad de las personas o de las familias, sino simplemente ponerlas en conexión con aquella parte de ellos que ESTÁ SANA, QUE NO ENFERMA, QUE TIENDE AL EQUILIBRIO, y muchas veces después del trabajo, el paciente y la familia tienen la oportunidad de experimentar YA en esta dimensión -de la que si tenemos percepción-, esa felicidad prístina que consiste en que todo tiene sentido, y que muchos de los actos que hacemos de manera ciega y amorosa, ya no son necesarios, pues en un equilibrio superior (o en otro universo oculto siguiendo el discurso de la Dra. Lisa Randall) todo está bien.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *